Foto: El País |
Existen varios estudios que demuestran
lo que parece una obviedad, que la mayoría de personas que comen
fuera de casa consumen de media unas 200 calorías más al día que
cuando cocinan en casa; pero la cosa no queda ahí, además consumen
más grasas saturadas, sal, alcohol y azúcar.
Los mayores problemas se presentan
cuando una persona come fuera de casa a diario, por motivos
laborales, falta de tiempo para cocinar, por no poseer destreza en la
cocina, etc. Aunque existen otros factores a tener en cuenta como la
tradición de la zona geográfica donde nos encontremos, me refiero
por ejemplo a lo que sucede en el sur: buena temperatura, bebida
acompañada de tapa, buena relación calidad-precio, cultura de salir a comer o cenar fuera de casa, etc. Situación que en otros puntos
geográficos no se da de igual forma, pues el tiempo suele ser un
factor determinante, así como el precio.
Tampoco debemos olvidar que no es lo
mismo comer en un bar, en un restaurante, pedir comida a domicilio o
en una cadena de comida rápida; ni tampoco que el consumidor es
siempre el que acaba decidiendo. Pero por norma general se toman
alimentos con mayor densidad energética, en muchas ocasiones
calorías vacías enmascaradas y porciones más grandes.
Recordando el dato que barajábamos al
principio del artículo, en el hipotético caso de que comiésemos
los 365 días del año fuera de casa, consumiendo una media de 200
calorías más diarias; al cabo de un año serían: unas 73000
calorías más, o dicho de otra forma habríamos cogido unos 10 kilos
de peso corporal.
Para evitar consumir más calorías de
las necesarias, debemos de mantener la cordura y el sentido común,
elegir acompañamientos de verduras, pedir una buena ensalada, no
subestimar las porciones grandes que nos sirven, evitar los fritos,
las salsas y los entrantes calóricos, tomar agua mejor que ninguna
otra bebida y nuestro postre debería ser fruta en la mayoría de las
ocasiones.
Para terminar recordaros que comer
fuera de casa debería ser una excepción y no la norma, que todos lo
hacemos y es un placer, pero no olvidar que si lo hacemos con mucha
frecuencia y no elegimos bien nuestros platos acabará siendo un
problema para nuestra salud.
Antonio Serrano, nutricionista y tecnólogo de los alimentos.
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