En
términos generales, puede decirse que la cocción resulta beneficiosa para los
alimentos de origen animal, y que presenta más inconvenientes que ventajas,
para las frutas, los frutos secos y algunas hortalizas.
En la
entrada de hoy de nutrición veremos cómo afecta el cocinado a las legumbres, a las carnes y
pescados y a los huevos.
LEGUMBRES
Las
legumbres secas (lentejas, judías, garbanzos, etc.) deben consumirse siempre
cocinadas, pues de esta forma
se eliminan las sustancias tóxicas que pueden contener, y además resultan más digeribles.
se eliminan las sustancias tóxicas que pueden contener, y además resultan más digeribles.
Las
leguminosas tiernas como las habas o los guisantes, pueden comerse crudas en
cantidades moderadas.
LOS HUEVOS
Existía
la antigua creencia de que los huevos crudos alimentan más que los cocinados.
Sin embargo, estos presentan varias ventajas respecto a los crudos:
- Se digieren mejor, pues sus
proteínas, predigeridas por la acción del calor, se asimilan más fácilmente.
- Son más nutritivos, pues se
aprovechan todas sus vitaminas. En los huevos crudos existe una proteína
llamada avidina, que impide la absorción de biotina (vitamina del grupo B).
- Son más seguros desde el punto
de vista higiénico, ya que el calor destruye los gérmenes patógenos que
pudieran contener, como por ejemplo, las salmonellas.
CARNES Y PESCADOS
Las
carnes y pescados crudos presentan un elevado riesgo de producir toxiinfecciones
alimentarias, debido a que frecuentemente se encuentran contaminados por
gérmenes y parásitos.
Por
otro lado, cuando se calientan excesivamente sobre todo asados, a la parrilla o
fritos, se suelen formar en ellos sustancias cancerígenas. Este fenómeno ocurre
con mayor intensidad en la carne y sus derivados.
Puedes seguir leyendo la 2ª PARTE de este artículo en aquí.
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Antonio Serrano Guirado, nutricionista y tecnólogo de alimentos ( Cínica Bretones Fernández )
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